QUINTA SESIÓN: LA OBJECIÓN COMO DETONANTE PARA LA CREACIÓN.
Objeción: 1. f. Razón que se propone o dificultad que se
presenta en contra de una opinión o designio, o para impugnar una proposición;
2. tr. Oponer reparo a una opinión o
designio.; 3. tr. Oponer una
razón a lo que se ha dicho o intentado; 4. f. Razonamiento o argumento contrario a alguien o a algo:
nos gustaría conocer vuestras objeciones a nuestro plan.
nos gustaría conocer vuestras objeciones a nuestro plan.
La objeción como tema es el principal punto de partida para
todos los artistas participantes en este laboratorio de creación. Todos
presentamos alguna incomodidad, inquietud, razonamiento y/o posición particular
frente a la sociedad y las leyes que establecen los Estados y sus instituciones
para garantizar su funcionamiento. Muchas de esas reglas se proponen por encima
de las libertades individuales como medidas de control y salud pública y en
muchas ocasiones, obedecen a miradas prejuiciosas que atentan contra la
libertades de las personas bien sean de culto, expresión, orientación sexual,
etcétera. En ese sentido, asumimos también al arte como un espacio de
expresión, como un lugar para articular voces distintas, como un escenario de
encuentro entre opiniones contradictorias y diversas, como un territorio
dispuesto para la tolerancia.
Pero justamente el respeto alrededor de esa diversidad de
opiniones obliga a los participantes a explorar sus propias voces, a reconocer
sus estructuras de pensamiento, y desde allí, iniciar un proceso de creación en
torno a la elaboración de ideas y frases particulares dentro del marco del
espacio propuesto. Esta sesión estuvo entonces enfocada en escuchar esas
objeciones que tanto pueden punzar a los participantes y que se convertirán en
la materia prima fundamental de la construcción de nuestra instalación
escénica.
Cristhian podría resumir su objeción alrededor de esta
premisa legislativa: “En el Estado
democrático de Derecho impera el principio de la presunción de inocencia, según
el cual toda persona es inocente mientras no se demuestra lo contrario. Al
revés, en un Estado autoritario y policíaco toda persona es culpable mientras
ella misma no demuestra su inocencia, y aunque la pruebe, es condenada si tal
fuese el interés del Estado o más bien de la camarilla gobernante”. Este
participante piensa que si tal enunciado es real porque Colombia que se
considera un estado de derecho frecuentemente convive con cientos de casos de
ciudadanos que son acusados sin las pruebas suficientes, son ajusticiados sin
tener derecho a un juicio justo, son
condenados sin necesidad de pruebas realmente incriminatorias. Un ejemplo son las
abundante equivocaciones de personas injustamente extraditadas a Estados
Unidos, los casos de los falsos positivos, masacres “preventivas” ejercidas por
aparatos para-estatales, el excesivo
control de algunas instituciones para su ingreso, en fin, ejemplos varios que
hablan de un pueblo asustado que siempre está a
la defensiva con aquello que no conoce.
Anghello
centró sus objeciones en la desigualdad social que presenta el país donde el
abismo entre ricos y pobres es supremamente amplio generando segregación e
intolerancia, y por supuesto muchísimos prejuicios en la forma en qué se ven
unos y otros. Le preocupa la injusta asignación de reglas entre las distintas
clases sociales y la manera en qué se asignan las oportunidades dentro de los
distintos estratos sociales. Eso lo lleva a pensar además en la injusta
repartición del poder y la organización de leyes que benefician más a unos
pocos que a toda una sociedad, movidos por intereses personales. Antes de
presentar sus objeciones, presentó una pequeña muestra de su trabajo
relacionado con el grabado como vehículo técnico para afincar su objeción,
interesado especialmente en el montaje por capas que esta técnica le ofrece.
Andrés
inicia su indagación en un juego por objetarse a sí mismo, a las falsas imágenes
que construye a partir de los medios, y desde aquí empieza a mostrar su
incomodidad frente al excesivo consumismo de nuestras sociedades, su necesidad
de crear falsas carencias, la manera en que el individuo se convierte en una
valla publicitaria ambulante dentro de una sociedad hipocondriaca que a la vez
la hace más intolerante frente al otro.
Luz
Adriana parte también de la intolerancia y más que eso, de la indiferencia por
el otro como principal objeción. Ella reconoce la falta de interés de las
personas en general por saber cómo está la persona que está a su lado, y más
bien prefiriendo evitar antes que tener que enfrentarse al dolor de otro. ¿Cómo hablar de ello? Es la pregunta de ella,
una inquietud que se relaciona con el silencio, con la palabra lanzada en busca
de respuesta, en el ejercicio de compartir….
Arturo, el nuevo miembro del colectivo, decidió
arriesgar más y antes que decir prefirió sugerir con una primera acción: una
pequeña caja de música que mientras suena es llevada por él hasta cada uno de
nosotros, ofreciéndonos un encuentro silencioso de miradas mientras la melodía
suena. Desde allí empieza a hablar, del deseo de “echar ojo” y no poder
hacerlo, del miedo permanente que se respira en las calles, del miedo de mirar
al otro y por ende, de sentirse observado. Así que propone el gesto sutil, el
gesto mínimo como camino para encontrarse con el otro, para romper el
prejuicio.
Así
que, entre tantas voces hay más encuentros que distancias, nuestros dolores,
nuestras objeciones son mucho más cercanos de lo esperado. Los materiales ya
están puestos sobre la mesa, ahora hay que empezar a trabajarlos. En la próxima
sesión iniciará el verdadero juego.
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